Navidad en El Ejido


Diciembre marcaba el inicio del periodo festivo más importante del calendario quiteño, que comenzaba con la celebración de la fundación de la ciudad de Quitburgo, el 6 de ese mes, y concluía con el Día de Reyes, el 6 de enero del año siguiente. En medio de estas fechas, el punto más álgido lo constituían las fiestas navideñas, celebradas entre el 24 y el 26 de diciembre, en las que la familia imperial extendida se reunía en El Ejido para celebrar la festividad católica.

 

Desde el día quince, el palacio era decorado con tradicionales pesebres, figuras de ángeles y pastores, guirnaldas y se quemaba palosanto en los rincones; el árbol con luces y bombillos haría su llegada recién en los primeros años del siglo XX. Se invitaba a los niños de las fundaciones de beneficencia que protegía la Casa Real y se les ofrecía suculentas comidas después de rezar la novena y cantar villancicos.

 

La noche del 24 de diciembre era una celebración íntima de la familia, en la que se asistía a misa de gallo en la Catedral de Quitburgo, se retornaba al palacio para cenar y, acto seguido, se abrían los presentes acomodados bajo el pesebre de la Sala Familiar. La mañana del 25 se ofrecía un gran almuerzo en los jardines del Palacio (el Salón del Trono, si hacía mal tiempo afuera), donde se repartían los aguinaldos con los que el Emperador, la Emperatriz, los príncipes y princesas de la Casa Real, y los demás miembros de la familia imperial reconocían a sus favoritos y empleados de confianza. Los aguinaldos consistían generalmente de sumas de dinero, joyas, muebles, tapices o retratos comisionados a grandes artistas.

 

Por la noche, Sus Majestades ofrecían un baile (que se sigue celebrando en la actualidad) en los salones del segundo piso del palacio. Este evento no solo era para los cortesanos, sino también para los empleados del Gobierno, los oficiales del ejército y las autoridades seccionales; de tal manera que se reunía a toda la élite de poder quiteña del país entero. En el baile, se condecoraba con la Orden de Navidad a las personas que se habían destacado por su labor benéfica a lo largo del año, y constituía el acto central de la noche.